Cuando era crío le llevamos a mi tío Miguel y a mi tío Ángel sendos perros pastores belgas, hembra y macho respectivamente, hijos de la perra de mi amigo Lorente. Con el tiempo mi tío Miguel cruzó a su perra Queen con otro pastor belga y de esa camada nació mi perra Dora. Al contrario que su madre Dora no era negra, sino un pastor belga Malinois (pelo corto y marrón con la punta negra).
Dora vivió muchos años, más de los que suelen vivir los perro de su tamaño (creo que 12 ó 13) y durante su vida crió dos veces y tuvo dos embarazos psicológicos, sí, yo no lo sabía pero a las perras les pueden dar embarazos psicológicos: se hinchan, se ponen lactantes, les da el instinto de escarbar una madriguera y al final se desinchan y punto.
Dora realmente era la perra de mi padre que era el jefe de la manada, luego estaba mi madre que era la que le regañaba y la que le daba de comer entre horas (le pelaba los melocotones a la perra, y sí, tampoco sabía que los perros comían melocotones pero si se lo pelabas y se lo troceabas, si se lo dabas entero ni lo olía). Por debajo de mi madre iba mi hermana, luego iba Dora y luego yo, el último mono de la casa (a los ojos de mi perra, no de mis padres). Las veces que crió cualquiera de la familia que se le acercara y cogiera los cachorros era bien recibido menos yo, que sólo con asomarme a la puerta ya me empezaba a gruñir.
Era una perra ladradora y poco mordedora (algo pero poco). Le gustaba destrozar gatos o cualquier bicho que no supiese lo que era, así como atacar a las otras perras y a los machos más grandes que ella, motivo por el cual tuvo que salir a pasear con bozal. Durante todos los años que se le puso el bozal (para salir) no disminuyó ni una pizca su ansia de quitárselo. Iba andando y a cada paso se iba dando zarpazos en el bozal.
Con los perros macho pequeños ya era otra historia, le gustaban mucho. Una vez que estaba en celo se acercaba a la puerta de lado así los perros saltaban un poco hasta la mitad de la puerta para colarse por la reja y engancharse al lomo de Dora. Luego ella se separaba de la puerta y tiraba de los perros, metiéndolos en el jardín. Una vez dentro se tumbaba para que pillaran cacho y ahí es cuando salíamos nosotros a cortar el rollo que desde la ventana lo veíamos todo.
Todo lo que aprendió fue "TOMA", "VAMOS" , "GATO" y "SIT" pero lo de SIT lo hacía sólo si le apetecía hasta que con el tiempo fue pasando a estar todo el día tumbada y lo le costaba era "VAMOS" ("TOMA" y "GATO" siempre llamaron su atención).
Con la edad a la pobre empezaron a salirle bultos que se le fueron operando hasta que ya eran poco útil operarla y fue sacrificada. Mi padre y mi hermana fueron a enterrarla por ahí.
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