En tercero de carrera vivía con Lina y con Carmenchu. Como era el cumpleaños de Lina le regalé una cobaya albina de pelo largo (más que nada por que me dijo que quería una), a la cual llamó Azulete. La verdad es que era muy bonica y muy graciosa.
Así que yo también me encapriché del bicho y decidí que quería una. Casualmente, mi colega Emilio tenía un criadero de Cobayas en su cortijo (creo que las criaba su hermano). El caso es que le pedí una y a la siguiente vez que fue a Lorca me la trajo. Pero claro, ya no era albina, ni de pelo largo... era más bien de todos los colores que tienen las cobayas, así a pegotes, y con el pelo lleno de remolinos. Quizás de las cosas más feas que he visto. Una cobaya abisina de pelo largo, aunque más de como lo lleva en la foto no le creció el pelo (a azulete sí, de hecho había que pelarla).
Supuse que con el tiempo le cojería cariño, pero era bastante difícil encariñarse de un bicho tan tonto y tan feo. No me importaba intentarlo y la llame Aguachinnai (no me pregunteis a santo de qué venía este nombre porque ni me acuerdo, pero sé que va asociado a Foyiflas y Cuchitrón, y no me acuerdo de qué son). Vaya bicho soso... no hacía nada en todo el día. Por no hacer, ni cagaba ni comía... Al poco tiempo supuse que estaba enferma, porque cuando llevaba más o menos un mes conmigo palmó y esa fue toda la historia de Aguachinnai. Aunque me supuso la iniciación en el mundo de las Cobayas.
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